Todos tenemos obstáculos para hacer ejercicio, ya sea por falta de motivación, una agenda apretada o por adoptar una mentalidad de “todo o nada”. Hacer ejercicio se ve diferente cada uno y todos tenemos diferentes formas de enfrentar el compromiso con mantenerse activo. Eso sí, algunos hábitos pueden interferir con llevar o no acabo la sesión de ejercicio habitual. ¿Quieres saber cómo se pueden superar?
Sin ganas de hacer ejercicio
Incluso los deportistas más disciplinados no siempre tienen ganas de levantarse de la cama a las 5:30 para hacer ejercicio. No son las ganas de hacer ejercicio lo que hace que se levanten de la cama, sino una combinación de hábito, disciplina y persistencia.
Con demasiada frecuencia, esperamos estar motivados para hacer ejercicio. Sin embargo, a menudo, el entrenamiento en sí viene antes que la motivación. Comprometerse con algo más a menudo puede llegar antes de que sienta la motivación, y eso está bien. Pero, ¿por qué no te creas tu propia motivación?
- Date una recompensa por terminar tu entrenamiento: un nuevo libro para leer o una noche de fiesta.
- Escribe tu objetivo en un post-it y pégalo en el despertador o en la pared de la cocina cerca de donde sueles hacerte el café a las mañanas. Así te servirá de recordatorio para comenzar con la tarea.
- Evita saltarte el entrenamiento. Antes de decidir no hacer ejercicio hoy, hazte preguntas como: ¿Te vas a arrepentir de tu decisión? ¿Cómo recuperarás ese entrenamiento perdido?
- Asegúrate de estar haciendo un entrenamiento adecuado. Evalúa lo que te gusta y lo que no. Es lógico que no vas a hacer un entrenamiento si lo detestas.
Exagerando
Cuando fallamos en el ejercicio, generalmente respondemos desde la parte más emocional de nuestro cerebro, la parte que dice que tenemos que arreglar estoy rápido. Como consecuencia, tendemos a hacer en una sesión todos los entrenamientos perdidos. Esto nos prepara para un fracaso aún mayor. Porque se genera agotamiento y a veces, pueden darse lesiones.
Para enfrentarte a esto puedes:
- Si eres de los que le hace sentir mejor maximizar el ejercicio, eso solo durará hasta la mañana siguiente cuando no puedas ni levantarte de la cama. Obtendrás un progreso real y duradero si te tomas tu tiempo y aumentas gradualmente la intensidad.
- No dejes que la culpa dirija tus entrenamientos. Planifica los entrenamientos en función de tu nivel de condición física actual, no la que tenías en el pasado. Eso sí, si llevas años sin hacer deporte, es más recomendable comenzar con una caminata varias veces a la semana y una rutina fácil de fortalecimiento del cuerpo.
- Siempre puedes contratar los servicios de un entrenador para que diseñe un programa de ejercicios para ti.
Establecer metas poco realistas
A priori se tiende a creer que con un poco de ejercicio y limitar las calorías durante una semana o dos debería conducir a una pérdida de peso notable. La realidad suele ser otra. En ese tiempo, lo normal es que no sucede gran cosa, excepto dolores musculares, otras, incluso aumento de peso.
Si tu meta es perder peso:
- Establece metas realistas y medibles. Olvídate de la pérdida de peso y observa los resultados que puedes ir controlando.
- Hacer ejercicio no es una varita mágica. No hay atajos para perder peso. Se necesita tiempo.
- No podrás controlar todos los aspectos. Pero sí puedes controlar: la alimentación, el ejercicio, el manejo del estrés y los patrones de sueño, pero no la edad o los genes, por citar algunos.
- Mantenga un calendario de ejercicios y marque sus entrenamientos, luego celebre cada semana que tenga éxito.
Inventando excusas
Hay quien busca miles de razones para omitir el ejercicio. Siempre se está cansado u ocupado. Para convertirte en una persona que hace ejercicio, en vez de evitarlo, has de:
- Buscar oportunidades para hacer ejercicio.
- Dejar de pensar negativamente sobre la práctica de ejercicio.
- Sé honesto con uno mismo.
En resumen, trata de ser realista, enfócate en llevar un estilo de vida saludable y deja de procrastinar. ¡Ponte manos a la obra!
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