Actividad física, herramienta innata para el desarrollo personal y organizacional.
La actividad física ha sido siempre una herramienta útil tanto para el aprendizaje de las habilidades psicomotrices como para el aprendizaje de valores personales y de equipo. Además, su manifestación a través del juego es algo innato en los seres humanos y no difiere en edad, género, condición, lugar de realización, cultura o cualquier contexto específico en la que se enmarque. Las acciones motrices y nuestra relación con la incertidumbre y las personas nos hace exaltar nuestra verdadera esencia, dándonos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos a través de la observación de las conductas motrices y su repercusión en el juego. “El concepto de conducta motriz permite, con todo el rigor de un análisis, considerar plenamente en el desarrollo mismo de la acción los elementos de tipo cognitivo, afectivo y relacional y psicomotor.” (Parlebás, 2002: 86)
Más que una ciencia en sí es una realidad estudiada desde muy diferentes disciplinas, las cuales desarrollan su estudio sobre el impacto de una de las variables que intervienen y su relación con los resultados en los que infiere. El autor citado desarrolla, a través de la Praxiología Motriz, una ciencia de la propia acción motriz en base a las conductas generadas en el juego. Estas conductas, además, son observables y por tanto podemos aprender de ellas de forma fehaciente. “El juego motor se basa en acciones motrices que se manifiestan a través de conductas motrices, las cuales son observables” (Navarro, 2002: 243) La diferencia de la observación de la conducta frente a la acción enriquece el análisis con las connotaciones cognitivas, afectivas y relacionales que nos indica Parlebás.
Practicar un deporte de equipo, o una actividad donde participan jugadores con fines comunes, conlleva implícito desarrollar una organización en todas sus manifestaciones. “El desarrollo organizacional es un esfuerzo a largo plazo, guiado y apoyado por la alta gerencia, para mejorar la visión, la delegación de autoridad, el aprendizaje y los procesos de colaboración de la cultura de la organización” (French y Bell, 1996: 29) Los valores de aprendizaje común, comunicación, colaboración, responsabilidad y esfuerzo a largo plazo están presentes en los criterios de desarrollo de las empresas. El autor citado indica que los equipos cuyos miembros entrenan estos valores, y por tanto son equipos autodirigidos, son entre un 30% y un 50% más productivos. Además, para la consecución de los mismos prioriza en primera instancia las actitudes, interacciones, colaboraciones y sentimientos.
La actividad física conlleva, ineludiblemente, conocerse a sí mismo, ponerse a prueba, relacionarse con el entorno, con los demás, evaluar la acción y reacción del juego, etc. Nos obliga a comunicarnos con todos los aspectos con los que interactuamos, desde nosotros mismos hasta la propia climatología en deportes que se practican en el medio natural. Por tanto la comunicación es condición sine qua non sin la cual la propia actividad física no se podría llevar a cabo con éxito. Una comunicación que se manifiesta en diferentes planos:
- Comunicación con uno mismo. con el cuerpo y su fisiología, su estado físico y mental.
- Comunicación con el entorno: con la incertidumbre, con el contexto que nos rodea.
- Comunicación con el resto de personas que intervienen en el juego, bien sean con relaciones de cooperación o relaciones de oposición, en función de la lógica interna del juego.
Por otro lado, la gran mayoría de los autores que hablan sobre el desarrollo de los valores a través del deporte señalan a la comunicación como la variable intermediaria entre la actividad física y el fin último por el que se esté trabajando. “(…) una actividad física bien planteada puede ayudar a mejorar la comunicación con los demás, la aceptación de uno mismo y del prójimo.” (Pont, 1996: 36) Buscar el resultado deportivo es buscar una comunicación eficaz entre todas las variables que entran en juego. Como afirma Martinez (1995: 32) “a través del deporte rehabilitar los valores morales y educativos inherentes, es decir, mejorar la comunicación social”.
Post publicado por: Víctor Vicente Loscos
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