El ejercicio físico es uno de los aspectos que se repiten en las teorías del bienestar y condiciones para la felicidad en la revisión documental tratada en puntos anteriores.
Se trata de la consecuencia de los procesos fisiológicos, mentales y de relaciones que lleva implícita la práctica de cualquier deporte o ejercicio físico. La relación entre felicidad y niveles de práctica deportiva se retroalimentan. Los estados de ánimo positivos facilitan la fuerza de voluntad necesaria para comenzar una práctica de ejercicio físico, mientras que la propia práctica ya nutre los niveles de felicidad y retroalimenta aún más la autoestima.
El número de actividades físicas dirigidas para la mejora de la salud física y mental han aumentado.
La justificación de ello no suele residir sólo en los beneficios metabólicos, sino también en los sociales, personales y emocionales. Estudios de Moscoso et al. (2013) confirman la hipótesis de que la realización de actividad física y deporte influyen significativamente en la percepción subjetiva de nuestro bienestar.
Los estudios de dicho autor analizan el estilo de vida, entendido como los hábitos realizados desde tres perspectivas: actividad deportiva, desplazamientos activos y actividades físicas realizadas durante nuestro entorno laboral o cotidiano. Dicho estilo de vida lo relaciona con la valoración subjetiva del bienestar.
Sus conclusiones son claras en el sentido de que, cuanto mayor es el nivel de ejercicio físico, mayor es el nivel de bienestar subjetivo de los sujetos, independientemente de la edad y teniendo en cuenta circunstancias de bienestar mínimas similares. En la figura que vemos a continuación, se puede observar que, aunque el bienestar aumenta cuanta más actividad se realiza, la mayor diferencia existe entre las personas que realizan y no realizan ejercicio físico.
Dado que el estudio no diferencia entre las diferentes modalidades de práctica deportiva o de ejercicio físico que se pueden llevar a cabo, no se han podido discernir diferencias entre la lógica interna de la práctica. Los únicos datos relevantes de dicho estudio indican que las personas jóvenes adquieren mayor bienestar con prácticas deportivas más intensas por su lógica interna, mientras que las personas de mayor edad aumentan su bienestar simplemente con una práctica moderada de ejercicio físico. La conclusión clara que manifiesta la figura, es que existe mucha diferencia entre ser sedentario y activo, y no tanta entre activo y muy activo.
De igual forma, se encuentran estudios que dictaminan la relación entre la forma de comunicarse y los resultados deportivos, en este órden relacional. De modo que una mejor comunicación dentro de estructuras de interacción en un entorno deportivo mejora el bienestar de los deportistas y el rendimiento deportivo de los mismos. Investigaciones de Carpentier y Mageau (2013) en las cuales se analizó la comunicación, calidad y cantidad del feedback y empatía entre 340 atletas y 58 entrenadores, aportan evidencias de la relación entre el rendimiento deportivo y bienestar de los atletas por la retroalimentación positiva y empática de sus entrenadores y compañeros de equipo.
Este estudio pone de manifiesto la relación causal entre ejercicio físico y comunicación, sobre todo en el plano emocional. La interpretación positiva de las circunstancias, del resultado, de la interacción en el juego, aporta una eficiencia mayor en el nivel fisiológico de los participantes, mientras que los estados de ánimo negativos generan una fisiología y capacidades relacionadas con el ejercicio físico mucho menos productivas.
Muchos deportes se pueden convertir en técnicas de entrenamiento de estados emocionales que posteriormente se podrán controlar o utilizar a favor de cada persona. Un caso muy claro es la práctica de deportes denominados de riesgo. En ocasiones no se puede evitar el sentir miedo, pero nunca se debe pensar que se asume una experiencia inútil. Según investigaciones de Brymer y Schweitzer (2013) y de Brymer y Oades (2009), el miedo tiene un potencial transformador el cual, durante la práctica de deportes etiquetados como de riesgo, potencian, según los estudios, la capacidad de resiliencia, coraje, humildad y consciencia. Valores que, por otro lado, los hemos relacionado con el bienestar y felicidad en los puntos anteriores.
Según Beswick (2011) los valores principales que se desarrollan en el deporte son la confianza, el autocontrol, la concentración, la visualización, la fortaleza y serenidad mental, la visualización, la comunicación y la cohesión. Estos valores son también similares a los que precisan las organizaciones para crear equipos eficientes. Concretamente dicho autor trata sobre los deportes con una lógica interna de colaboración y oposición, aunque también pueden ser exportables a cualquier ejercicio físico o deporte que implique cooperar y comunicarse con otras personas con las que compartes un objetivo común.
3 Comments
Antonio Tecta
3 abril, 2017 at 7:20 amEs muy importante practicar deporte y saber combinarlo con los estudios y/o trabajo ya que ayuda a mantener un equilibrio físico y mental muy gratificante.
María Elena Peña
26 agosto, 2019 at 2:13 pmvaya! que buen articulo.me ha gustado mucho el contenido
cristina
22 mayo, 2020 at 7:44 pmExcelente articulo sobre combinar un buen equilibrio fisico y mental.
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