¿Alguna vez te has parado a pensar como entrenador personal, qué es lo que está frenando a tus clientes el hacer ejercicio? Aquí te anotamos algunas de las excusas que normalmente suelen pensar o decirte tus clientes y cómo has de enfrentarte a ello.
7 excusas y cómo combatirlas
“No puedo hacerlo”
Muchas veces el cliente te va a decir que no hace determinado ejercicio porque no puede hacerlo. Seguramente, esté pensando que no es capaz porque le va a doler o porque se va a lesiona.
Aquí lo que tendrás que ayudar es a cambiar esa manera de pensar. Que lo tome como un reto personal y nunca proponerle ejercicios que puedan causarle algún tipo de lesión.
Recuerda adaptar la actividad física a las condiciones físicas de tu cliente. Asimismo, hazle ver el beneficio de hacer ejercicio con regularidad.
No sé cómo hacerlo
Para exprimir al máximo el entrenamiento hay que ir haciendo ejercicios diferentes para no caer en el aburrimiento. El desafiar con nuevas actividades es una forma de motivar al cliente para que siga entrenando.
Claro está ha de saber cómo se hace y esto a veces es una excusa para, precisamente, no hacer ejercicio. Aquí es donde entra en acción el entrenador personal.
Utiliza una de las sesiones para ir explicando nuevos ejercicios y comprobar que el cliente sabe cómo hacerlos y si se siente cómodo con ellos.
Estoy muy dolorido como para seguir entrenando
La primera vez que una persona entrena, lo normal es que en uno o dos días tenga agujetas.
No obstante, también se da el caso de aquellas personas que sobreentrenan y aquí puede aparecer dolores musculares.
Por eso, si sienten dolor no querrán entrenar más. De ahí que sea importante estar atento al estado de ánimo del cliente, si se siente mal, está de mal humor, rígido o dolorido. ¿Por qué no programas sesiones de recuperación?
Hay demasiada gente
En las horas punta, es cuando más personas se suelen concentrar en un gimnasio. Esto origina que muchas veces los clientes tengan que esperar su turno en alguna de las máquinas.
Para evitar esta situación, propón que haga el mismo tipo de ejercicio de una manera diferente.
Todos me miran
A veces un gimnasio puede intimidar, sobre todo cuando eres un recién llegado. Existe la tendencia de creer que todos miran al nuevo.
Esto hace la persona se sienta algo intimidada y que tenga miedo de hacer el ridículo. En realidad, cada uno está centrado en su rutina.
Puedes recomendarle que se ponga unos cascos con la música que prefiera para que le ayude a concentrarse en la actividad a realizar y aislarse del resto.
Quiero que mis músculos se parezcan al del resto
Las comparaciones son odiosas, pero se hacen igualmente. Así que es natural que el cliente se compare con el cuerpo del entrenador o con el de sus compañeros de gimnasio.
Para evitar que se desanime, procura poner en valor el esfuerzo de ese recién llegado, de cómo va mejorando su cuerpo, cómo va ganando movilidad y cómo está más sano.
Es hora de darme un homenaje
Tras una sesión dura, merezco una recompensa. Esto es lo que suele pensar la mayoría de los clientes después de una rutina intensa.
Por ejemplo, piensan en comer más o comer ese dulce o golosina. Sin embargo, debes ayudarles a entender que la recompensa no es en ingerir más comida, sino los beneficios que aporta el convertir esa actividad física en un hábito.
¿Conocías estas excusas que suelen dar los clientes para no hacer sus rutinas de ejercicio? ¿Sabes alguna más? ¿Cómo les motivas?
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